Antonio Huete y su ‘ejército’ vuelven a salvar vidas en El Congo

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Antonio Huete y su ‘ejército’ vuelven a salvar vidas en El Congo

El equipo sanitario encabezado por Antonio Huete ayuda a cientos de congoleños. La Voz


El neurocirujano almeriense regresa a África para mejorar la vida de cientos de personas


Por la ciudad de Boma, en el Congo, a 400 kilómetros y 12 horas en coche de la capital del país , las batas blancas de casi una veintena de médicos almerienses se tornan brillosas como la luz en medio del bullicio callejero y la vitalidad africana. Una luz tan extraña como cargada de esperanza que llega, año tras año, en forma de curación y salvación para cientos de ciudadanos de distintos puntos del país que hacen horas de cola para ver a los especialistas españoles. Sus héroes.

Son los uniformes de profesionales como el almeriense Antonio Huete, neurocirujano del Hospital Universitario Torrecárdenas de Almería, quien este año ha vuelto (desde principios de septiembre y hasta el próximo día 18) al continente más castigado para seguir poniendo toda su experiencia y conocimiento al servicio de cientos de personas que, en muchas ocasiones, ven gracias a él, y por primera vez, un halo de salvación a sus males.

Males como el embarazo ectópico de una mujer de treinta años que sumaba meses de dolores y manchado y que si no llega a ser por la actuación de este ejército de la salud podía haberle costado la vida. Males como cánceres de mama gigantes, abscesos cerebrales o niños como al que sus padres rociaron, sin querer, con gasolina y que tiene el 80% de su cuerpo quemado. Penalidades a las que Huete y otros 15 sanitarios procedentes del citado hospital de la capital almeriense, del ‘Serranía de Ronda’ y del Hospital La Inmaculada, de Huércal-Overa, se afanan en poner fin y ofrecer una nueva vida como la que, quizás, no habían imaginado.

Médicos operan a una mujer con un cáncer de mama gigante.
Médicos operan a una mujer con un cáncer de mama gigante. La Voz

Altruismo

Es una década de trabajo, de dedicación, de altruismo, lo que Huete y su equipo suman en su hacer en el continente africano, y este año su misión ha llegado hasta Boma a través de su diócesis para actuar en los tres ‘centros hospitalarios’ con los que esta cuenta en la ciudad.

Llegaron después de tres días de viaje, «el último de más de 12 horas para recorrer 400 kilómetros «, apunta Huete, para quien sus ansias de llevar salud a estos rincones le hacen afanarse en mejorar lo presente y no lamentarlo eternamente. «Tenemos que trabajar durante más de 12 horas en un hospital que tiene unas 30 camas para cubrir un área en la que viven 140.000 personas. El estado del único quirófano que hay es más que mejorable, lo hemos tenido que pintar y acondicionar nosotros y no contamos con respirador, por lo que cuando operamos tenemos que hacerlo bajo sedación del paciente», dice Huete, quien continúa: «Imagínate abrir el cráneo con solo una sedación, el paciente lo siente, porque está prácticamente despierto… pero es que esta es la única forma que tenemos de hacerlo». Porque ese es el plan: hacerlo, curarles, darles vida.

Menor con problemas en la piel.
Menor con problemas en la piel. La Voz

Para ello, hasta Boma han llegado este año especialistas en neurocirugía, neurocirugía maxilofacial, traumatología, ginecología y medicina interna a los que solo les mueve «ayudar y compartir» la suerte que allí no disfrutan; enseñar para que cuando ellos se marchen, la salud siga siendo una preocupación para los nativos.

Materiales propios

«Falta mucha educación sanitaria. Las dificultades que encontramos son las propias de un país del tercer mundo, no hay tecnología, no hay posibilidad de diagnostico, no hay resonancia, un TAC, o radiografías… y conocemos esa realidad, por lo que hemos traído equipos propios, ecógrafos, material quirúrgico… para hacer un diagnostico lo más preciso y rápido posible. Materiales de 90 mil euros que traemos en nuestro equipaje para poder cumplir nuestro objetivo, que es atenderlos como si estuviéramos en nuestros hospitales«.

Las palabras de Huete dejan claro que cuando dice que la mejor recompensa a toda la dureza del camino que separa España del Congo es la «sonrisa» de los atendidos lo dice de verdad. Como su compañero Melchor Molina, ginecólogo de ‘La Inmaculada’ y que este año se enfrenta a su tercer aventura y aún no sale de su asombro: «África te atrapa cuando viajas por primera vez, cuando ves las necesidades y las diferencias respecto al primer mundo. Aquí cualquier acto médico o simplemente el acompañamiento te lo agradecen enormemente», apunta.

Porque, como concluye Huete, este es «un regalo» que Almería puede darle a los «pobres de los pobres». Y si puede, ¿quién iba a negárselo?. El equipo de Antonio Huete a buen seguro que no.


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