IDEAL • 14 junio 2020
MIGUEL MARTÍN ALONSO | EFE
El neurocirujano y subdirector médico del Hospital Universitario Torrecárdenas de Almería, Antonio Huete, compagina intensas jornadas laborales con una apasionada actividad solidaria, desde hace casi una década, en países desfavorecidos como el Congo, Sierra Leona o Mozambique. Para ello, ha puesto en marcha la asociación Sara Allut Plata, bautizada con el nombre de su madre, enfermera instrumentista del quirófano de cirugía cardíaca, que cada año moviliza a médicos y enfermeros de Almería que dedican sus vacaciones a llevar sus conocimientos y medios donde más falta hacen.
«Comenzamos hace muchos años, ocho o diez, con un compañero nuestro hasta que se ha jubilado, Guillermo Verdejo. Iniciamos la aventura de ir en verano a colaborar. En poco tiempo, con la ayuda de compañeros y profesionales como el ginecólogo Gabriel Fiol, ha sido de forma más organizada», explica Huete. Esto ha permitido que no solo se puedan realizar consultas, como en los primeros tiempos de su actividad, sino también divulgar consejos de carácter médico y, el año pasado, en el Congo, por fin practicar intervenciones quirúrgicas en un hospital dependiente del Obispado local.
«Ha ido creciendo tanto el grupo que es de lo más variopinto, con especialistas, ginecólogos, cirujanos generales, neocirujanos, con un componente de enfermería muy importante, incluso de personas no relacionadas con la profesión sanitaria como monitores de deporte», afirma. Un grupo «muy heterogéneo» unido por la amistad y sus ganas de ayudar -de hecho, el lema de la asociación es «simplemente, ayudar»-, que se ha visto «enriquecido» con estas experiencias.
«Los problemas son de tal tamaño que la respuesta que puedes dar es más bien pequeña. Pero recibes muchísimo. Son personas que no tienen prácticamente nada pero que, en lo básico que tienen, te dan mucho», afirma Huete, quien mantiene que estas personas disponen de «muchos valores que las sociedades más avanzadas han perdido».
La ONG ha alcanzado la suficiente repercusión como para que el Consulado de Mali contactase con ellos para preparar este año una misión a Bamako y a una ciudad cercana. «Aceptamos pero llegó el problema de la pandemia de la Covid-19 (…) Si Dios quiere, iremos el año que viene. Habrá que ver las circunstancias. Si podemos, será un grupo grandísimo de cerca de 15 compañeros que quieren unirse», relata.
El porqué de la creación de la asociación Sara Allut Plata es sencillo. El crecimiento de su labor solidaria, que el año pasado los llevó a ayudar en la construcción de un hospital maternal en Boma, en el Congo. «Mucha gente quería ayudar, también económicamente, y había que darle un cauce (…) por eso se crea», explica Huete, quien apunta que el nombre de su madre fue la forma «más bonita» posible de recordarla, llevando su nombre a estos lugares.
El ginecólogo Gabriel Fiol, también del Hospital Universitario Torrecárdenas, cuenta por su parte a Efe cómo tras muchos años intentando sumarse a un proyecto así, hace tres años su hija, enfermera, lo convenció para comenzar esta andadura junto a Huete. «Llevamos tres años, el primero en Sierra Leona, sobre todo con atención primaria, con mucha malaria; el segundo en Mozambique, también con formación, y el año pasado en Boma», indica.
Él mismo tuvo la oportunidad de atender diferentes patologías que afectan especialmente a la población negra, como miomas o cánceres de mama «bastante evolucionados» que precisaron de una «actuación quirúrgica muy intensa». En Boma, «los anestesistas, cirujanos, todo el personal sanitario, estuvo abierto a nosotros, nos dio todo tipo de facilidades». «Han aprendido mucho con nosotros y nosotros con ellos», asevera.
Por su parte, la ginecóloga Carmen Muñoz viajó con este colectivo por primera vez el año pasado. «Esperaba que la sanidad allí no fuera muy boyante. Efectivamente, le falta de todo (…) Hasta que no vas, no te haces una idea, es completamente distinto. Tienes que improvisar mucho (…) Vimos a mujeres en consulta, hicimos ecografías, atendimos a embarazadas, pacientes ginecológicas, operamos…».
Allí había enfermedades comunes en España, como el cáncer de mama, pero «tremendos, grandísimos». Aunque no los veía directamente, por los compañeros sé que se atendieron a niños con quemaduras terribles», añade.
Sea como sea, anima a cualquier sanitario a compartir esta experiencia, porque hace que se tenga otra «visión» a la vez que «haces lazos para que puedan venir a España». «Es bueno saber lo que hay en el mundo, satisface bastante, recompensa (…) Hay que verlo», concluye.